El 7 de julio de 2024, 20 días después de cumplir 50 años, volví a cruzar la meta de una carrera muy retadora: la EXP de Val d’Aran by UTMB. Se trata de la carrera de 33 km con 2.100 de D+, de este evento, uno de los tres «Majors» de UTMB (sólo hay dos más, uno en Tailandia y otro en California).
Todo empezó el verano pasado que, animado por Víctor Saavedra, decidí empezar a conseguir «UTMB running stones» para poder algún día correr las finales en Chamonix. Y revisando el calendario encajaba tanto la fecha como el lugar y la distancia y la verdad es que no me ha defraudado. Es más, ya estoy esperando que abran inscripciones para el año que viene repetir; parece que será el 18 de septiembre a las 11 am.
Como ya es habitual en los últimos años, la preparación no ha sido la mejor, y no por culpa de Víctor Saavedra que, como siempre, me ha acompañado en todo este proceso y ha hecho los calendarios correctos, sino más bien porque después de todos los meses de invierno «mentalmente» ocupados, básicamente en el esquí, volver a tope requiere un tiempo y eso ha sido más atropellado de lo habitual. En cualquier caso es más bien una «autoexcusa» ;-). Sabiendo la situación, ya buscamos una carrera que fuese en julio, es decir, un mes después del año pasado que fue a principios de junio, con el objetivo de tener más tiempo de preparación. Aun y así junio ha sido un mes un poco complicado, con una caída y lesión en la mano entrenando y con un posible Covid, lo que ha supuesto llegar justito, pero con muchas ganas … ¡y sintiéndome fuerte!
Esta vez, hemos tenido un acompañante de lujo, Nico. Normalmente estos desplazamiento «de running» los hago con Anita y aprovechamos para estar unos días fuera. Pero esta vez, por calendario, todo fue más justo y tan solo pudimos tener un día, con lo que el sábado por la mañana, el día anterior a la carrera, conduje las 3 horas y 46 min que hay de BCN a Vielha. Si, no son tres horas como dicen algunos. Llegamos con un día gris, lluvioso y fresquete, con el tiempo justo para el «check in» en el hotel Vielha Baqueira con una ubicación excelente a 200 m. del arco de salida.
Momentos previos
A Vielha llegamos sobre las 15 h. pm., por lo tanto, me quedaban menos de 24 horas para la salida, exactamente 17 horas. Poquitas para disfrutar del ambiente de Vielha y acumular nervios y ganas de empezar la EXP. Lo primero que hicimos fue comer en La Carbonara. Todo el pueblo respiraba mucho ambiente de corredores y corredoras. Algunos habiendo terminado las carreras largas, otros, como yo, con rostro de tensión.
Justo después de comer nos dirigimos al Village de la UTMB. Menudo montaje tienen. Las grandes marcas de trail tienen su presencia en esta feria y todo está muy bien organizado: recogida de dorsal con chip, pulsera, merchandising, etc.
Al estar al lado del hotel, en pocos minutos estuve en la habitación preparando al típica foto previa a la carrera. Como decía Nico: «la juntada».
La coincidencia con el Tour y la Eurocopa hizo que la tarde fuera muy tranquila, descansando en el hotel y tan solo con un pequeño «paseo de tiendas» antes de acabar en el restaurante Nosati para la cena previa a la carrera. Toda la tarde-noche lloviendo y con frío … ¿qué me encontraré el día siguiente?
La carrera EXP
Llegó el día. Rutina clásica de carrera, es decir, despertarse 2h antes de las 8:30 am., hora de salida, hora para estar en el arco que tanto deseas cruzar unas horas después. Estas dos horas las destino a ducha, desayuno bueno y conocido (nada de inventos) y a decidir la ropa inicial. El día es gris, lluvioso y frío (lo contrario a lo que me gusta para correr), por lo tanto, decido añadir manguitos a los brazos (que después no me sacaré en toda la carrera).
Todo listo. Debajo del arco y … sorpresa, el Garmin empieza a «pajarear». Quedan tan sólo segundos y lo reinicio a la vez que activo Strava con el «Beacon» para estar localizable por Anita (junto con la App de la propia organización, hoy en día se puede seguir de forma casi exacta).
Se da la salida y el Garmin sigue pajareando unos 3-4 minutos cuando parece que se estabiliza. Justo en este momento se inicia la primera subida casi vertical, en fila de uno, con mucha humedad y terreno embarrado. Subo sin palos y creo que es un acierto. Al llegar arriba (km. 6) bajada impresionante con Vielha a mano derecha, pero tapada por la niebla que todavía seguía muy activa.
Después de la bajada, corremos hasta Arties en un tramo que subía, pero bastante llevadero. Si repito el año que viene, seguro que aprieto más. Al poco rato del primer avituallamiento (km. 9) iniciamos una segunda subida (también sin palos y con niebla). Sigo con buenas sensaciones e incluso bajo mejor de lo que suelo bajar. Aquí ya estamos en el km 16.
Después de un tramo más sencillo, llegamos a un avituallamiento principal (debe ser de los de las carreras largas). Muy completo. En este momento ya salgo con palos para encarar las dos subidas que quedan y la temida última bajada, es decir, unos 13 km.
La primera subida, ya con palos, me resulta muy lenta y pesada. Creo que no corro mejor con los palos. Es más, llego al último avituallamiento incluso algo mareado. No puede ser por comer o beber mal por que he ido cumpliendo lo planeado y lo he recepcionado muy bien. Podria ser por cansancio o incluso por estar a más de 2.000 m. de altura.
Después de este pequeño parón para beber MUCHO y recuperar, inicio la última subida, ya con un sol imponente, para llegar con una pareja (madre e hija) a la cima de la antigua estación de esquí de La Tuca. Impresiona ver los «restos» de la estación, al margen de la espectacular vista … ¡y viento! (el que faltaba en la fiesta). Una vez arriba (km. 27) me encuentro bien y empiezo a bajar.
Quedaban 6 km. que pueden parecer pocos, pero se hicieron eternos. El primer tramo de bajada lo salvo, pero empiezo a notar cierto dolor en las articulaciones. Decido bajar con más calma hasta un tramo con menos pendiente en el que vuelvo a apretar. Ahora si que creo que llego en el tiempo que quería, pero la carrera y mis piernas me tenían reservada una sorpresa.
Después del tramo de bajada más plano y con los gritos de ánimo de unos y unas voluntarias (hago un pequeño inciso: ¡qué valor y cómo se agradece el trabajo desinteresado que hacen! ¡Muchas gracias!), noto unos calambres nunca vividos en el basto interno de la pierna izquierda. Una sensación horrible que no sabía como parar hasta el punto que creía que debía estirarme en el prado y esperar a ver que pasaba. Quedaban «sólo» 4 km. Por suerte, estiré de una manera que conseguí recuperar la pierna y caminar a medida que bajaba y consumía lo que me quedaba de «chuches» y geles.
Por arte de magia se recupera la pierna y bajo de cualquier manera hasta el km. 31 cuando, faltando sólo dos, vuelvo a tener el mismo episodio e incluso también con sensación parecida en la pierna derecha. Hago el mismo proceso y consigo recuperarme de nuevo. Cuando digo recuperar es ser capaz de con la estrategia «Ca-Co» llegar a la zona plana. Una vez allí, ya en las calles de Vielha, el griterío, ver el arco de meta y a Nico grabando y animando, hacen que haga el último esfuerzo y haga sonar la campana de la meta.
Como el nombre de la carrera indica (EXP), fue una experiencia completa. Os aseguro que del km. 26 al 33 pensé en nunca más hacer ninguna carrera más. Después de cruzar la meta, abrazar a Anita, recoger la medalla y recuperarme con una buena cerveza (de la organización, por cierto), sólo pienso en la siguiente y, ¿por qué no?, en 2025 o 2026 estar en las finales de Chamonix.
Quiero agradecer especialmente el apoyo incondicional de Anita y de mi entrenador Víctor. También a la organización y voluntarios de la Val d’Aran by UTMB. Sin duda, esta carrera ha sido una de las que guardaré mejor recuerdo.
¡Hasta la próxima!